¿Huevos? si, pero ecológicos

En la actualidad, existen cerca de cinco billones de gallinas ponedoras en el mundo, que producen anualmente unos 50 millones de toneladas de huevos. Las razas modernas de gallinas han sido seleccionadas para producir alrededor del doble de huevos de lo que producían hace 50 años, cada gallina pone una media de 300 huevos anuales.

Los polluelos macho suelen sacrificarse nada más nacer, puesto que se considera que criarlos para aprovechar su carne no resulta económicamente rentable. Las hembras destinadas a la cría intensiva se amontonan en pequeñas jaulas junto con otras muchas antes de que empiecen a poner huevos, hacia las 18 semanas de edad.

La mayoría de las gallinas ponedoras se mantienen intensivamente. Pueden llegar a caber 90,000 aves en una sola nave donde las jaulas se distribuyen en filas que pueden alcanzar hasta 9 pisos de altura. En cada jaula se mantienen varias gallinas ofreciendo a cada animal un espacio menor a un folio DINA4.

El tamaño de las jaulas en batería es tan reducido que las gallinas son incapaces de extender sus alas o darse la vuelta sin dificultad. La falta de ejercicio, junto con la demanda constante de producción de huevos, provoca que las gallinas amontonadas en batería tengan una constitución tan frágil que, en el momento de ser sacrificadas, muchas de ellas ya tienen los huesos rotos.

En estas condiciones los animales no pueden satisfacer sus necesidades sociales más básicas ni llevar a cabo sus comportamientos naturales. También sufren pérdidas del plumaje y heridas del roce con el alambre de las jaulas.

Una gallina con un buen nivel de bienestar debería ser capaz de llevar a cabo comportamientos naturales como buscar su comida, hacer ejercicio, hacer un nido, limpiarse las plumas, tomar baños de polvo, posarse en perchas como refugio cuando se siente vulnerable y construir nidos en qué poner sus huevos. Los sistemas de jaulas en batería privan a las gallinas de estos comportamientos naturales, provocándoles un estado permanente de frustración.

Como las gallinas se sienten frustradas y aburridas por el ambiente empobrecido y el hacinamiento en que viven, redirigen su comportamiento natural de picotear en busca de comida a sus compañeras de jaula, arrancándoles las plumas, provocándoles heridas e incluso llegando al canibalismo. Es por esto que es practica común cortarles el pico, un procedimiento extremadamente doloroso ya que se corta a través del hueso, el cartílago y el tejido blando.

En algunos países, como Estados Unidos, las gallinas también pueden ser sometidas a la muda de plumas forzosa, que consiste en privarlas de comida hasta dos semanas con el fin de prolongar el ciclo productivo y obligarlas a iniciar un nuevo ciclo de puesta de huevos.

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Mejoras en el bienestar
Algunas alternativas a las jaulas en batería incluyen los sistemas en extensivo. El simple hecho de ofrecer perchas a las gallinas, si están bien diseñadas y colocadas, puede llegar a mejorar el bienestar de estas aves.

A partir del año 2012, la distribución convencional de jaulas en batería se prohibirá en la Unión Europea, si bien este sistema probablemente quedará reemplazado por la jaula “enriquecida”, que introduce algunas mejoras simbólicas pero no comporta beneficios significativos en el bienestar de estas aves.

Los huevos, tanto los vendidos a granel como empaquetados, deben ir marcados con un código como el que aparece en la imagen.

La primera cifra de dicho código informa del método de producción de los huevos. Así, los huevos procedentes de las crueles jaulas en batería llevarían el dígito 3, los procedentes de gallinas criadas en naves industriales pero en el suelo, llevarían la cifra 2 y las camperas, con acceso al aire libre, el 1. Es recomendable que en caso de consumir huevos, se adquieran aquellos con la cifra 0 que provienen de la cría ecológica, método que respeta las necesidades tanto físicas como etológicas de los animales. (Imagen: www.institutohuevo.com).
Fuente: Faada